En este sentido, y en los tiempos que corren, cobra importancia recordar que si bien el COVID-19 puede ingresar e infectar el organismo de cualquier persona, desde el punto de vista socioeconómico no afecta a todxs por igual. Desde poblaciones que no tienen acceso a servicios básicos (luz, agua, sistema de eliminación de excretas) o que se encuentran expuestas a otras problemáticas (agroquímicos, por ejemplo), hasta el mismo personal de salud (que reclaman por mejores condiciones laborales mientras trabajan previniendo o tratando esta enfermedad), todas las personas, o grupos de personas, se encuentran expuestas al virus de forma diferente. Y, en términos de la medicina social, su atención debe trascender los meros aspectos fisiológicos y anatómicos, considerando también las dimensiones sociales y afectivas que la envuelven.